
Por dónde empezar a abordar un tema aparentemente tan simple pero al mismo tiempo complejo. El joven en la sociedad de hoy fue el toro que se le lanzó al ruedo y el sociólogo, investigador, docente y periodista, Yuri Tórrez, tomó la capa y empezó su faena este sábado 2 de junio, en el Aula Magna de la Universidad Salesiana de Bolivia.
“De los jóvenes se puede hablar más en plural que en singular porque hay varios tipos de jóvenes. Desde joven me dediqué a esta tarea de investigación y hoy, en mis años de adulto sigo en esta tarea, porque cualquier respuesta es insuficiente, ya que no basta decir que es la edad entre la niñez y la adultez”, expresó al inicio de su charla ante un centenar de docentes asistentes al cierre de exposiciones de semestre del Proyecto Educativo Pastoral y Salesiano.
Siguiendo el pensamiento de Vilfredo Pareto y asumiendo que el periodo de juventud es largo, el conferencista expresó que “no se sabe a qué edad empieza la vejez, así como varios factores inciden en la construcción del joven tales como la madurez física, psicológica, cultural y económica a cuyos elementos puede sumarse hoy el hecho de incorporarse al mercado laboral”.
“Yo pienso que el ser joven depende de los factores culturales, del lazo que establece con la comunidad y con el mundo adulto, lo que si queda claro es que el joven de hoy es diferente al de ayer especialmente a nivel sociocultural e incluso a nivel fisiológico, es que la misma dinámica social interviene en este proceso”, agregó.
Siguiendo el pensamiento del francés Pierre-Félix Bordieu pasó la consideración del concepto de vejez, asumiendo que este concepto lo tenemos día a día e incluso en nuestra aulas de enseñanza, porque los jóvenes parecen estar ausentes de lo que se dice y recurren a sus ‘aparatitos’, posiblemente más importantes que nuestra charla. “Por consiguiente, el envejecimiento puede estar dictado por la tecnología, ya que el ser joven depende de la temporalidad y la espacialidad no sólo geográfica, sino también social. El lugar da un sentido a los jóvenes”, acotó Tórrez.
“La noción de joven por tanto no es homogénea, no hay un modo de ser joven, porque este concepto está sujeto a varios factores como son la participación política, el empleo, la identidad cultural y otros”, afirmó siguiendo la teoría del sociólogo mexicano Juan Antonio Taguenca Belmonte, quien en su escrito: “la identidad de los jóvenes en los tiempos de globalización, niega la validez del rango edad como categoría definitoria de la juventud.
El disertante tocó una de las llagas de la educación en la actualidad al referirse al adultocentrismo, que es una categoría utilizada “para concebir al joven con nuestros lentes”, lo que origina la segmentación, que es la postura de rebeldía asumida frente a las instituciones adultas, una especie de subcultura que se enfrente a la cultura de los mayores.
Tórrez afirmó que el concepto joven es diverso y abigarrado, por lo tanto el joven es una construcción social, tal cual afirma la investigadora de ciencias sociales, la mexicana Rossana Reguillo, para quien “ser joven es una clasificación que supone un sistema complejo de diferencias”.
De este manera se puede colegir que una persona joven es generalmente más flexible y motivada para formarse, que quiere aprender, reencarna utopías, supera los obstáculos y sigue adelante, lleno de energía, motivación y nuevas ideas.
Frente a este estado de cosas la visión adultocentrista es estigmatizadora, criminalizadora porque ve al joven como actor vulnerable, conflictivo y violento “por lo tanto, las políticas públicas apuntan a contener a estos jóvenes violentos, es por ello que la reacción de los Estados suele ser punitiva y controladora.
Ante este estado de situación, Tórrez sugiere una visión integracionista que busque escuchar a los jóvenes que todavía no se vinculan a las organizaciones en la toma de decisiones.
Partiendo de la encuesta nacional de 2012 y tomando como parámetro la edad de los jóvenes contemplada entre los 15 y 29 años se tiene el resultado de 2.865.517 jóvenes dentro de una población de 10 millones de habitantes.
Luego pasó a una segunda parte del tema abordado para establecer una agenda a partir de las consideraciones previas. “Si los jóvenes son diversos, por lo tanto sus preocupaciones son diferentes, lo que obliga a pensar en cómo abordar esta temática y la respuesta de esta parte de la población frente a la política y la democracia, su participación en las movilizaciones sociales, su preocupación frente al empleo y la delincuencia”.
Tórrez pasó inmediatamente a explicar el concepto de que en Bolivia vivimos en un país urbanizado, porque el área rural está despoblada de jóvenes, ya que éstos se van a las ciudades. “Se van en busca de nuevas oportunidades para responder a sus ambiciones personales, luchar contra el desempleo y la falta de acceso a la educación, que provocan la migración a las ciudades de jóvenes pobres”, apuntó en su alocución.
Este llamado de atención a las universidades sobre la calidad de la educación que se brinda, también apunta a las autoridades nacionales y departamentales porque en los últimos años 400 mil jóvenes paceños migraron hacia Santa Cruz porque su tierra natal no les ofrecía condiciones y se constata una falta de educación.
Estas cifras se consolidan con estos datos: Si en 1976 en el área rural había un 52% de población rural hoy un 72% están en áreas urbanas. A ello se suma el hecho que los jóvenes inmigrantes del área rural se van a las zonas periurbanas.
En Cochabamba se advierte otra particularidad, ya que la zona sur se puede considerar zona andina, mientras en la norte viven los nacidos en el valle. “Hoy Cochabamba está dividida y se establece una frontera simbólica que deja como consecuencia una sociedad fragmentada, lo que provoca estigmatizaciones, que afectan la condición humana de muchos y la consecuente segregación social. La afirmación que Cochabamba es un espacio de recepción se puede considerar hoy como una simple metáfora”.
Esta misma situación se vive en otras latitudes lo que degenera en el problema del relacionamiento con el otro porque se vive en un ambiente de miedo, “vivimos en un mundo de miedo, lo que degenera en una ruptura del tejido social. Bien se podría decir como aspiración: Me conecto, luego existo”.
Como elemento positivo se puede decir que los jóvenes tienen más acceso a las nuevas tecnologías, son los que más usan estas tecnologías, sus efectos se ven en la identidad, en la forma de aprendizaje y la relación sociopolítica.
Poniéndose en la vereda de los jóvenes recordó un graffiti francés que señala: “seamos realistas, pidamos lo imposible”.